miércoles, 13 de febrero de 2013

Vueltas

Vueltas, vueltas, vueltas. No hago más que darle vueltas a lo mismo. Me pongo con el proyecto, me atasco, viene la migraña, paro, pasa el tiempo. Repetimos el ciclo varias veces, hasta que nos acercamos (y pasamos, por segunda vez) la fecha de entrega.
Entonces viene el miedo. Miedo a no terminar, y a la vez miedo a terminar: si esto me ha llevado tanto tiempo, y tanto dolor de cabeza, ¿qué va a pasar cuando me enfrente a algo más grande? Miedo a estar perdiendo el tiempo, miedo a que esto no sea lo mío.
Y del miedo se hace la culpabilidad. Por no haber terminado, por no haberlo hecho de otra forma, por las dos cervezas que bajé a tomar porque estaba cansado de mirar la misma pantalla.
Aunque lo peor de todo es llevar este remolino a los demás ámbitos: el proyecto no avanza y se nota en casa, y nos crispamos; y más me quemo yo, saliendo de allí con un 3% de paciencia, y haciendo que lo pague quien no debe.
Me quema, me quema tener que cambiar los planes otra vez, y espero equivocarme, pero el próximo año pinta como éste, solo que adaptándome al grado. Que también cansa seguir siendo un gasto, un agujero, algo que resta.

1 comentario:

  1. Esa sensación viene de serie con nuestra carrera, mozo. Y no te creas que te vas a enfrentar a cosas mucho más grandes que el proyecto, teniendo en cuenta que lo hacemos solos y sin ayuda de ningún tipo; es lógico atascarse y frustrarse, pero al final, la gente termina la carrera. Y tú, igual.

    Tenemos que juntarnos y trazar un plan, pero tú terminas en junio.

    ResponderEliminar